El programador ruso Kirill Parubets vivió en carne propia la instalación de software espía por parte del FSB, revelando cómo las autoridades rusas emplean tácticas de intimidación y vigilancia para controlar a sus ciudadanos. Esta historia expone los riesgos de la tecnología en un contexto de represión.
El caso de Kirill Parubets: Vigilancia estatal en Rusia
En abril de 2024, Kirill Parubets, un programador y activista político de ascendencia ucraniana, fue detenido en su apartamento en Moscú por agentes del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB). Según Parubets, los oficiales irrumpieron violentamente, exigiendo acceso a su teléfono Android y obligándolo a revelar su contraseña.
El descubrimiento del software espía
Tras recuperar su teléfono, Parubets notó una actividad sospechosa: una notificación relacionada con «sincronización Arm cortex vx3». Al investigar, encontró una aplicación desconocida con permisos para acceder a datos personales, tomar capturas de pantalla y grabar audio y video.
El análisis posterior, realizado por Citizen Lab y el First Department, identificó el software como una variante troyanizada de Cube Call Recorder, un malware similar a Monokle, desarrollado por el Special Technology Center de Rusia, ya sancionado por varios países.
La sofisticación del malware Monokle
Según los investigadores, Monokle permite:
- Acceso a información de ubicación.
- Lectura y envío de mensajes.
- Instalación de otras aplicaciones.
- Grabación desde la cámara y el micrófono.
Estas funcionalidades demuestran la capacidad avanzada y profesional del spyware utilizado.
Implicaciones para la privacidad y seguridad
El caso de Parubets es un recordatorio de los riesgos de acceso físico forzado a dispositivos electrónicos. Los expertos advierten que cualquier dispositivo confiscado por servicios de seguridad puede considerarse comprometido.
Reacción internacional y advertencias
Dmitry Zair-Bek, líder de derechos humanos en el First Department, advirtió que la represión en Rusia no tiene límites claros. Además, los ciudadanos occidentales que visiten el país podrían enfrentar riesgos similares, incluyendo encarcelamiento o intentos de reclutamiento.
La huida de Parubets
Tras su liberación, Parubets abandonó Rusia, dejando atrás el teléfono infectado para simular su permanencia en Moscú y ganar tiempo. Su experiencia destaca los peligros de un entorno donde la tecnología se utiliza como herramienta de opresión.